En este mundo que se mueve cada vez más rápido es cada vez más difícil vivir en armonía con nosotros mismos, ya que un bombardeo constante de publicidad la mercadotecnia surge efecto y cada vez queremos más una serie de cosas que realmente no necesitamos para ser felices.
Es un hecho que tener artículos de lujo, ropa de marca, joyas o coches nuevos es la sensación cada vez más entre los jóvenes y los no tan jóvenes. Por tanto tenemos la presión social de tener que estar a la moda, con objetos que muchas veces no necesitamos.
Creando un círculo vicioso
Así es como creamos un ciclo en el cual solo nos importa trabajar para mejorar nuestros ingresos y poder tener más cosas lindas para la casa, pero descuidamos y olvidamos que somos seres humanos y como tal somos multifacéticos y que requerimos paz espiritual y reencontrarnos con nosotros mismos una vez cada cierto tiempo para poder lograr la felicidad.
Si solo alimentamos nuestros deseos materiales, llegará un momento en el que irremediablemente nos encontraremos solos ante una pila de dinero, o de objetos sin sentido en ese momento sentiremos un vacío que intentaremos llenar con más cosas, o bien con vicios y actitudes que no son propias de nuestros valores o bien que en el pasado nos avergonzarían de nosotros mismos.
El dinero no es la clave de la felicidad, aunque muchos opinen que es mejor llorar en un Ferrari, la realidad es que no podemos pretender ir por la vida únicamente con coches y lujos, requerimos abrazos, alguien a quien querer y en quien apoyarnos en los momentos más difíciles de nuestra vida, las experiencias y los momentos vividos son los que al final de nuestros días contarán para poder tener una sonrisa en los labios y sentirnos satisfechos con nuestro paso por esta tierra.
