De manera cotidiana, pensamos en la obsesión como algo negativo que debemos alejar de nuestras vidas siempre que nos sea posible, sin embargo, existe un lado de la obsesión que puede ser más bien benéfico para nosotros y en el cual no pensamos muy a menudo.
Deja salir el caos
Podemos sacar provecho de este impulso obsesivo al canalizar nuestras energías y fuerzas a acciones en concreto realizadas con el afán de mejorar como personas. De esta manera podemos seleccionar una actividad que queremos aprender y utilizar todo el “poder” que nos dará ese lado obsesivo para aprender de manera satisfactoria prácticamente lo que sea.
Lo mejor viene si nos gusta, puesto que la obsesión será mucho mayor y por lo tanto el empeño que pondremos en estas acciones será mucho mayor al que tendríamos en otras ocasiones, fortaleciendo nuestro aprendizaje.
El problema radica en que las partes impulsivas que tenemos cuando somos niños, son reprimidas por los adultos, sin capacidad de permitir que se expresen en su totalidad en la edad adulta, esta es la razón por la cual los niños pueden pasar entretenidos todo el día viendo el mismo programa o bien jugando de la misma manera.
La sociedad enseña que ese tipo de conductas no son las ideales en las personas, por lo que a la larga perdemos esa capacidad no solo de diversión, sino también de aprendizaje, que sabiendo utilizar correctamente puede llevarnos a una mejora sustancial en nuestra calidad y estilo de vida.
Aunque debemos aclarar que existe un punto en donde deja de ser benéfico para nosotros tener una obsesión tan grande que pueda interferir en el curso normal de nuestra vida. Como en todo debe de existir un límite, es por esto que las personas que han tenido problemas de este tipo a lo largo de su tipo es altamente probable que lleguen a estados patológicos nuevamente, antes que lograr un beneficio real.