Muchas veces sabemos cómo actuar con las circunstancias que nos son favorables o con llamados “golpes de suerte”, en otras oportunidades la euforia nos lleva a cometer errores por no saber administrar un hecho atípico.
No siempre se está preparado para enfrentar los hechos negativos o las problemas personales que muchas veces la vida nos presenta sin avisar. La tranquilidad de espíritu es fundamental para saber cómo actuar ante los hechos fortuitos.
A los hechos negativos debemos darle la exacta dimensión sin magnificarlos ni minimizarlos en demasía. Cuando le damos a los hechos el exacto valor sabemos cómo resolverlos o administrarlos sin afectar de forma permanente nuestro espíritu.
Un viejo dicho sostiene:”Si tiene solución para que te haces problema, y si no tiene solución para que te haces problema”, esta afirmación parece graciosa, pero tiene mucho de cierto. Los seres humanos parecemos iguales pero somos profundamente diferentes para enfrentar los problemas. Algunos le dan solución inmediata a las dificultades, otros no le dan la importancia que tienen y otros dan innumerables vueltas sin atreverse a darle solución definitiva.
Un problema no resuelto en el momento exacto se convierte en una pesada carga que doblara nuestra espalda y lacerará nuestro espíritu. Los problemas deben ser enfrentados de forma frontal y ser expeditivos aclarando las diferencias de criterio si las hubiere.
Tenemos una opinión y una visión de las cosas que muchas veces no suelen coincidentes con la opinión o la visión de otros. Podemos tener razón o estar equivocados y si estamos equivocados reconocer el error de apreciación, esta actitud nos potenciará como persona íntegra y honesta.
