Millones de personas alrededor del mundo que se han influenciado con la forma de pensar de los países occidentales, viven su vida en una carrera eterna por lograr la gloria, que en la gran mayoría de las veces resumen en: dinero, éxito y fama.
La obsesión por el brillo
Es entonces cuando las personas pierden el rumbo de sus vidas, al estar obsesionadas con lograr tener recursos económicos que les den suficiente poder e influencia como para ser reconocidos por sus demás compañeros.
Se olvida lo esencial de la vida, las risas, los momentos de alegría al lado de las personas que quieres, los pequeños detalles son minimizados y dejan de ser tomados como referencia para un nivel de vida aceptable.
Además surge un fenómeno curioso que todos conocemos, entre más tienes, más quieres, entonces pasas la vida detrás de un espejismo llamado dinero que nunca te deja descansar para sentarte y admirar el cielo, mientras el viento toca tu piel.
El problema es que en este camino de locura nunca vas solo, llevas a la desgracia, al menos en alguna época de su vida a tus seres queridos, los cuales se desesperan de buscarte e intentar hacerte reflexionar, hasta que llega el momento en el cual se dan cuenta que no vale la pena luchar por ti.
Es curioso contrastar que muchas de estas personas se afanan tanto en conseguir este tipo de logros durante su juventud, que pierden sus mejores años al lado de sus familiares y amigos, a cambio de sus recursos económicos, que de nada le sirven en la vejez para poder compensar la falta de amor que a lo largo de su vida logró sembrar.
Con esto no estamos diciendo que es negativo tener metas a futuro y que el conformismo debería de ser tu aliado, más bien como en todo debe de existir una moderación razonable en nuestra vida.
