La sociedad occidental actualmente premia un estilo de vida basado en las apariencias, en el consumismo y riqueza, a pesar de las voces de crítica que se levantan contra este tipo de problemas, todos vivimos inmersos en este estilo de vida.
Un falso reflejo
El problema es que se premia el individualismo, por lo que cada vez nuestras habilidades sociales comienzan a declinar cada vez en mayor medida lo que nos lleva a intentar llenar esos vacíos emocionales con cosas materiales.
La relativa sencillez con la cual nos conectamos con otras personas actualmente simplemente nos lleva a un estilo de vida falso, en donde tenemos que alimentar dos vidas: nuestra vida real y la vida de las redes sociales, es imposible para la mayoría de la gente tener vidas aventureras y llenas de lujos, es por eso que creamos máscaras en las cuales solo enseñamos a las personas lo que queremos que ellas vean en nosotros, omitiendo aquellos detalles que no nos gustan totalmente de nosotros mismos.
Así se crea una falsa vida en la cual compartir las cosas que pasan en nuestra vida se convierten en parte fundamental de nuestra existencia, a pesar de que no tengan en verdad demasiada importancia.
Debemos abogar por un contacto más directo con las personas, un contacto que permita vivir nuestras emociones y sobre todo caer en la cuenta de que la vida que vivimos es como debe de ser y que no podemos forzarla a algo que no existe.
Dejar de lado el materialismo es indispensable para mantener una vida mentalmente saludable, en la cual nosotros seamos lo más importante que tenemos, no la cantidad de dinero o lujos que podamos costear en un determinado momento, es por esto que debemos buscar el verdadero valor de las cosas, sin importar lo difícil que pueda ser.
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