No estamos exentos de sufrir distinto tipo de accidente que puede lacerar nuestro cuerpo dejando marca o cicatrices que de acuerdo a la gravedad pueden tardar días, meses o años en desaparecer. Hay casos que las cicatrices quedan presentes y nos acompañan durante toda la vida como recuerdo del accidente.
Las cicatrices del cuerpo siempre curan más rápido que las cicatrices del alma, las lastimaduras del alma son cicatrices difíciles de olvidar, no se ven exteriormente pero sabemos que existen y muchas veces quienes nos rodean saben de sus existencias. Cuando se lastima nuestra piel de forma inmediata curamos la herida y protegemos el sector para evitar infecciones y periódicamente la observamos para ver su evolución. ¿Hacemos lo mismo con las heridas del alma?, ¿Lavamos la herida y la protegemos o solo nos lamentamos y vivimos eternamente con la herida abierta sin intención de que cicatrice de forma definitiva?
Debemos proceder con ambas heridas de la misma forma, tratarlas y curarlas de la forma más rápida posible para poder seguir con nuestra vida de forma normal y que la herida solo sea una señal invisible y olvidada.
Las heridas del alma se puede curar de la misma forma que se curan las heridas de la piel, solo se infectan si no les prestamos atención. La autoayuda colabora como antiséptico y cicatrizante de las heridas del alma y permite que las laceraciones sean solo un recuerdo lejano y sin importancia.
Nuestro organismo tiene anticuerpos que acuden de inmediato en ayuda cuando se produce una herida en piel, de la misma forma debemos tener anticuerpos espirituales para poder cicatrizar rápidamente las heridas del alma.
