Es común que cada día de nuestra vida estemos pensando en dos polos opuestos de nuestra vida: lo que hicimos ayer y lo que haremos mañana, el problema no radica en aprender de nuestros errores pasados o bien tener planes para nuestro futuro, ambas cosas son muy saludables.
Lo negativo comienza cuando dejamos de vivir el día a día por preocuparnos demasiado tanto en el pasado como en el futuro, entonces no podemos caer en la cuenta de que solamente tenemos un momento en nuestra vida: el presente.
Antes y después
Obsesionarse con las fallas del pasado solamente nos llevará a un estado depresivo, en el cual no podremos ver más allá de nuestros errores en ese momento dado, creemos que todo volverá a ser igual, cuando no tenemos ninguna certeza de que esto pueda suceder.
En cambio la ansiedad y el miedo que puede generar el futuro nos lleva a pasar por alto los pequeños detalles hermosos de la vida que día con día podemos disfrutar. El futuro en todo caso se construye en el presente, por lo que no hay motivo para preocuparnos por él antes de que sea necesario.
Vivir el presente es fundamental para estar en equilibrio con nosotros mismos, realmente no sabemos que es lo que sucederá el día de mañana, inclusive podríamos no vivir para ver otro día. En cuanto al pasado, debemos aprender a ser capaces de dejar atrás lo que ya sucedió, no podemos modificarlo, lo único que podemos hacer es aprender de esas experiencias negativas para que en un futuro no vuelvan a ocurrir, cada fracaso en la vida es una enseñanza, algunas veces muy dura.
No es tan difícil prestar atención al presente, solamente es cuestión de que tomes en cuenta lo que sucede a cada instante a tu alrededor y te des cuenta que ese momento que estás viviendo jamás regresará, aprovéchalo al máximo.
